sábado, 9 de febrero de 2008

BEATA JACINTA DE JESÚS MARTO, VIDENTE DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA - 20 DE FEBRERO


Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Marzo de 1910. Fue bautizada el 19 de Marzo de 1910. Víctima de la neumonía cayó enferma en Diciembre de 1918. Estuvo internada en el Hospital de Villa Nueva de Ourém y por fin en Lisboa, en el hospital de D. Estefanía donde murió a las 22.30 horas del día 20 de Febrero de 1920.

Del 21 de Enero al 2 de Febrero de 1920, estuvo en el Orfanato de Nuestra Señora de los Milagros, en la Calle de Estrella, en Lisboa, casa fundada por la D. María Godinho, a quien Jacinta llamaba "Madrina". Fue celebrada la Misa de cuerpo presente en la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en Lisboa, donde su cuerpo estuvo depositado hasta el día 24, día en que fue transportada a una urna para el cementerio de Villa Nueva de Ourém. Fue trasladada para el cementerio de Fátima el 12 de Septiembre de 1935, fecha en que la urna fue abierta. El 1 de Mayo de 1951 fue finalmente trasladada a la Basílica del Santuario. Más allá de las 5 Apariciones de la Cova de Iría y 1 de los Ángeles, Nuestra Señora se le apareció a Jacinta 4 veces más en casa durante la enfermedad, 1 en la Iglesia Parroquial en un jueves de la Ascensión, y aún en Lisboa en el Orfanato y en el hospital. Su vida fue caracterizada por el Espíritu de sacrificio, el amor al Corazón de María, al Santo Padre y a los pecadores. Llevada por la preocupación de la salvación de los pecadores y del desagravio al Corazón Inmaculado de María, de todo ofrecía un sacrificio a Dios, como les recomendará el Ángel, diciendo siempre la oración que Nuestra Señora les enseñará: “Oh Jesús, es por nuestro amor, por la conversión de los pecadores (y acrecentada, por el Santo Padre) y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María".

La Historia de Fátima


La Intercesión de Jacinta por el Santo Padre Hna.

Verónica Margarita Jiménez, SCTJM

¡Lo que un alma puede hacer con su entrega fiel al llamado de Dios! Un sí entregado fielmente día a día, fue lo que protegió al Santo Padre cuando fue herido gravemente el 13 de mayo de 1981. Él mismo reconoce que fue salvado de la muerte por la intercesión de la pequeña de Fátima: “Expreso mi gratitud también a la Beata Jacinta por los sacrificios y oraciones que ofreció por el Santo Padre, a quien había visto en gran sufrimiento. Jacinta bien podía exclamar con San Pablo: “Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24). (Palabras del Santo Padre en la Homilía de Beatificación, 13 de Mayo, 2000)

Jacinta, siendo una niña, al haber tenido una visión del Santo Padre, atribulado y en peligro, es movida a ofrecer sacrificios por él, y lo que Dios le pedía en aquellos días (en 1917), esa entrega de amor e sacrificial por “el Obispo vestido de blanco”, como ella lo define, valieron para salvarlo del atentado ocurrido el 13 de mayo de 1981.

Dios unió espiritualmente a estas dos almas en épocas distintas, ya que lo que Jacinta padeció por él, posiblemente aun antes de que él naciera, fue la entrega generosa de una niña de 8 ó 9 años, que Dios tomó para cumplir sus designios en el año 1981.

Qué grandeza la de Dios, que utiliza nuestros sufrimientos y sacrificios de una manera que no tiene límites de tiempo o de generaciones. El ejemplo de Jacinta debe mover nuestros corazones a la entrega por los demás, sin que sepamos hasta dónde puede llegar el fruto de nuestros padecimientos.

Algo que indiscutiblemente une a estas dos almas, es su generosidad en la entrega, su darse sin límites, su abandono confiado en las manos de María. Podemos decir que Su Santidad Juan Pablo II y Jacinta Marto, han sido almas formadas en el Corazón de María, almas llevadas de la mano de la Madre.

Pidámosle a Jacinta que interceda por nosotros para que nuestros corazones sean inflamados para alcanzar ese amor que ella tuvo por el Santo Padre, y la fidelidad en la entrega por el reino de Dios

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