lunes, 5 de noviembre de 2007

SANTORAL DEL MES DE NOVIEMBRE


01 DE NOVIEMBRE - LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
02 DE NOVIEMBRE - LOS FIELES DIFUNTOS
03 DE NOVIEMBRE - SAN MARTÍN DE PORRES
04 DE NOVIEMBRE - SAN CARLOS BORROMEO
05 DE NOVIEMBRE - SAN CELESTINO
06 DE NOVIEMBRE - SAN ALEJANDRO MARÍA DE SAULI
08 DE NOVIEMBRE - SAN ANDRÉS AVELINO
08 DE NOVIEMBRE - BEATA ISABEL DE LA TRINIDAD
09 DE NOVIEMBRE - DEDICACION DE LA BASÍLICA DE LETRÁN
10 DE NOVIEMBRE - SAN LEON MAGNO
11 DE NOVIEMBRE - SAN MARTÍN DE TOURS
12 DE NOVIEMBRE - SAN JOSAFAT DE LITUANIA
13 DE NOVIEMBRE - SAN DIEGO DE ALCALÁ -
SANTA FRANCISCA JAVIER CABRINI
14 DE NOVIEMBRE - SANTA GERTRUDIS
15 DE NOVIEMBRE - SAN ALBERTO MAGNO
16 DE NOVIEMBRE - SANTA MARGARITA DE ESCOCIA
17 DE NOVIEMBRE - SANTA ISABEL DE HUNGRÍA
18 DE NOVIEMBRE - DEDICACION DE LAS BASÍLICAS DE SAN PEDRO
SAN PABLO
18 DE NOVIEMBRE - NUESTRA SEÑORA VIRGEN DE LA CHIQUINQUIRÁ
19 DE NOVIEMBRE - SAN ODÓN, ABAD
20 DE NOVIEMBRE - SAN ROQUE GONZÁLES DE SANTA CRUZ Y SUS
COMPAÑEROS, MARTIRES
21 DE NOVIEMBRE - LA PRESENTACION DE LA SANTISIMA VIRGEN
MARIA EN EL TEMPLO
22 DE NOVIEMBRE - SANTA CECILIA, MÁRTIR
23 DE NOVIEMBRE - SAN CLEMENTE, PAPA
24 DE NOVIEMBRE - SAN JOSÉ PIGNATELLI
25 DE NOVIEMBRE - SAN DIONISIO, OBISPO
26 DE NOVIEMBRE - SAN LEONARDO DE PUERTO MAURICIO
27 DE NOVIEMBRE - LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
28 DE NOVIEMBRE - SANTA CATALINA LABOURÉ
29 DE NOVIEMBRE - SAN GREGORIO, TAUMATURGO
30 DE NOVIEMBRE - SAN ANDRÉS, APÓSTOL

SAN ANDRÉS, APÓSTOL - SIGLO I - 30 DE NOVIEMBRE



«Dichoso tú, querido apóstol Andrés, que tuviste la suerte de ser el primero de los apóstoles en encontrar a Jesús. Pídele a Él que nosotros le seamos totalmente fieles en todo, hasta la muerte«

San Andrés (cuyo nombre significa "varonil" nació en Betsaida, población de Galilea, situada a orillas del lago Genesaret. Era hijo del pescador Jonás y hermano de Simón Pedro. La familia tenía una casa en Cafarnaum, y en ella se hospedaba Jesús cuando predicaba en esta ciudad.

Andrés tiene el honor de haber sido el primer discípulo que tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista. Los dos eran discípulos de Juan Bautista, y este al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su ayuno y sus tentaciones) exclamó: "He ahí el cordero de Dios". Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús (junto con Juan Evangelista), Jesús se volvió y les dijo: "¿Qué buscan?". Ellos le dijeron: "Señor: ¿dónde vives?". Jesús les respondió: "Vengan y verán". Y se fueron y pasaron con Él aquella tarde. Nuca jamás podría olvidar después Andrés el momento y la hora y el sitio donde estaban cuando Jesús les dijo: "Vengan y verán". Esa llamada cambió su vida para siempre.

Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: "Hemos encontrado al Salvador del mundo" y lo llevó a donde Jesús. Así le consiguió a Cristo un formidable amigo, el gran San Pedro.

Al principio Andrés y Simón no iban con Jesús continuamente sino que acudían a escucharle siempre que podían, y luego regresaban a sus labores de pesca. Pero cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a Andrés y a Simón remendando sus redes y les dijo: "Vengan y me siguen", y ellos dejando a sus familias y a sus negocios y a sus redes, se fueron definitivamente con Jesús. Después de la pesca milagrosa, Cristo les dijo: "De ahora en adelante serán pescadores de almas".

El día del milagro de la multiplicación de los panes, fue Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco panes. Andrés presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó, uno por uno, sus maravillosos sermones. Vivió junto a Él por tres años.

En el día de Pentecostés, Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y en adelante se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y prodigios.

Un escrito que data del siglo III, el "Fragmento de Muratori" dice: "Al apóstol San Juan le aconsejaban que escribiera el Cuarto Evangelio. Él dudaba, pero le consultó al apóstol San Andrés, el cual le dijo:Debe escribirlo. Y que los hermanos revisen lo que escriba’".

Una tradición muy antigua cuenta que el apóstol Andrés fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Que lo amarraron a una cruz en forma de X y que allí estuvo padeciendo durante tres días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban. Dicen que cuando vio que le llevaban la cruz para martirizarlo, exclamó: "Yo te venero oh cruz santa que me recuerdas la cruz donde murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo".

La tradición coloca su martirio en el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio cruel de Nerón.

SAN GREGORIO, TAUMATURGO - AÑO 268 - 29 DE NOVIEMBRE



Señor: Aumenta nuestra fe.

Se llama "taumaturgo" al que hace muchos milagros. A este santo le pusieron ese nombre porque según decía la gente, desde tiempos de Moisés, no se había visto a un simple hombre conseguir tantos milagros como los que obtuvo él.

Nació Gregorio cerca del Mar Negro, de una familia pagana. Sus padres que eran de familia noble lo encauzaron hacia los estudios de las leyes.

Cuando era joven tuvo que viajar a Cesarea, en Palestina, a acompañar a una hermana, y allá conoció al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes, el cual había puesto una escuela de teología en esa ciudad. Desde el primer encuentro el sabio Orígenes se dio cuenta de que Gregorio poseía unas cualidades excepcionales para el estudio y lo recibió en su famosa escuela.Lo dedicó enseguida a que leyera todo lo que los antiguos autores habían escrito acerca de Dios y el joven se fue dando cuenta de que lo verdaderamente admirable y cierto acerca de Dios es lo que dice la S. Biblia, y se convirtió al cristianismo y se hizo bautizar.

Fascinado por la personalidad de Orígenes, el joven Gregorio renunció a su antiguo plan de dedicarse a la abogacía y se consagró totalmente a los estudios religiosos. Más tarde dirá: "Cuando estábamos estudiando nuestro maestro Orígenes era para nosotros como un ángel de la guarda. Siempre cuidaba de nuestra alma con un interés increíble. Parecía que cuando íbamos a sus clases el ángel guardián no tenía nada que hacer porque el maestro Orígenes lo reemplazaba cuidando amorosamente el alma de cada uno de nosotros. Nos guiaba por el camino de la virtud no sólo con sus luminosas palabras sino con los admirables ejemplos de su buen comportamiento" (¡Quisiera Dios que los alumnos de hoy pudieran decir lo mismo de sus maestros!)

El año 238 cuando ya Gregorio terminó sus estudios hizo un hermoso discurso de despedida a su gran profesor, alabando los métodos que Orígenes tenía para educar. En este discurso, que aún se conserva, se señalan ciertos datos de importancia para conocer como aquel sabio se preocupaba no sólo de que sus alumnos fueran muy instruidos sino también de que fueran sumamente virtuosos.

Al llegar a su patria, a su ciudad Neocesarea del Ponto, fue nombrado obispo, y empezó entonces una cadena incontable de milagros. San Gregorio de Nisa al hacer el discurso fúnebre de nuestro santo, narra unos cuantos como por ej. El poder tan extraordinario que tenía de expulsar los malos espíritus. En cierta ocasión dos familias se peleaban a muerte por un nacedero de agua. Viendo que la pelea no acababa nunca, el santo le envió una bendición al nacedero y este se secó y ya no hubo más peleas. La casa del obispo Gregorio estaba siempre llena de gente aguardando en su puerta para que les diera la bendición. Él los instruía en la religión y luego les obtenía de Dios su curación. Y así con su predicación y sus milagros logró aumentar enormemente el número de cristianos en aquella ciudad.

San Gregorio Taumaturgo necesitaba construir un nuevo templo porque el número de creyentes había aumentado mucho, pero no tenía como terreno sino un cerro abrupto. Y un día dijo: "Vamos a ver si es cierto lo que Jesús dijo: "si tenéis fe, podréis decir a un monte: ¡quítate de ahí! – y este obedecerá". Y se puso a rezar con mucha fe, y sobrevino un terremoto y el cerro se derrumbó quedando allí una buena explanada para construir el templo.

San Gregorio de Nisa y San Basilio comentaban cómo su abuela Santa Macrina, que había conocido a este santo les narraba que la vida de Gregorio era como un retrato de lo que el evangelio dice que debe ser la vida de un buen amigo de Dios; que nadie veía en él jamás un estallido de cólera; que siempre sus respuestas eran sencillas: "si, si" o "no, no", como lo manda el evangelio. Que su piedad era tan admirable que al rezar parecía estar viendo al invisible".

Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio aconsejó a los cristianos que se escondieran para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los tormentos. Y él mismo ser retiró a un bosque, acompañado de un antiguo sacerdote pagano, al cual él había convertido al cristianismo.

Y sucedió que un infante fue y avisó a la policía dónde estaban escondidos los dos. Y llegó un numeroso grupo de policías y por más que requisaron todo el bosque no lo lograron encontrar. Cuando la policía se fue, llegó el informante y al verlos allí y darse cuenta de que por milagro no los habían logrado ver los policías, se convirtió el también al cristianismo.

San Gregorio se propuso hacer que la religión fuera muy agradable para la gente y así en las vísperas de las grandes fiestas organizaba resonantes festivales populares donde todo el mundo estaba contento y alegre sin ofender a Dios. Esto le atrajo la simpatía de la ciudad.

Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que dijo este gran santo poco antes de morir. Preguntó: "¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al cristianismo?" Le respondieron: "Quedan diecisiete", y él exclamó gozoso: "Gracias Señor: ese era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En ese tiempo no había sino 17 cristianos, y ahora no hay sino 17 paganos".

Poco antes de morir pidió que lo enterraran en el cementerio de los pobres porque él quería estar también junto a ellos hasta después de muerto.

Las gentes lo invocaban después cuando había inundaciones y terremotos, y es que él con sus oraciones logró detener terribles inundaciones que amenazaban acabar con todo.

En verdad que en la vida de San Gregorio Taumaturgo sí que se cumplió aquello que decía Jesús: "Según sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán". Quiera Dios bendito y adorado darnos también a cada uno de nosotros una gran fe que mueva montañas de dificultades. Amen.

SANTA CATALINA LABOURÉ, RELIGIOSA, AÑO 1761 - 28 DE NOVIEMBRE


Cuerpo incorrupto de Santa Catalina Labouré

Oh María sin pecado concebida: Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

Esta fue la santa que tuvo el honor de que la Sma. Virgen se le apareciera para recomendarle que hiciera la
Medalla Milagrosa.

Nació en Francia, de una familia campesina, en 1806. Al quedar huérfana de madre a los 8 años le encomendó a la Sma. Virgen que le sirviera de madre, y la Madre de Dios le aceptó su petición.

Como su hermana mayor se fue de monja vicentina, Catalina tuvo que quedarse al frente de los trabajos de la cocina y del lavadero en la casa de su padre, y por esto no pudo aprender a leer ni a escribir.

A los 14 años pidió a su papá que le permitiera irse de religiosa a un convento pero él, que la necesitaba para atender los muchos oficios de la casa, no se lo permitió. Ella le pedía a Nuestro Señor que le concediera lo que tanto deseaba: ser religiosa. Y una noche vio en sueños a un anciano sacerdote que le decía: "Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos". La imagen de ese sacerdote se le quedó grabada para siempre en la memoria.

Al fin, a los 24 años, logró que su padre la dejara ir a visitar a la hermana religiosa, y al llegar a la sala del convento vio allí el retrato de
San Vicente de Paúl y se dió cuenta de que ese era el sacerdote que había visto en sueños y que la había invitado a ayudarle a cuidar enfermos. Desde ese día se propuso ser hermana vicentina, y tanto insistió que al fin fue aceptada en la comunidad.

Siendo Catalina una joven monjita, tuvo unas apariciones que la han hecho célebre en toda la Iglesia. En la primera, una noche estando en el dormitorio sintió que un hermoso niño la invitaba a ir a la capilla. Lo siguió hasta allá y él la llevó ante la imagen de la Virgen Santísima. Nuestra Señora le comunicó esa noche varias cosas futuras que iban a suceder en la Iglesia Católica y le recomendó que el mes de Mayo fuera celebrado con mayor fervor en honor de la Madre de Dios. Catalina creyó siempre que el niño que la había guiado era su ángel de la guarda.

Pero la aparición más famosa fue la del 27 de noviembre de 1830. Estando por la noche en la capilla, de pronto vio que la Sma. Virgen se le aparecía totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra. Y le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen MA, y una cruz, con esta frase "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración.

Catalina le contó a su confesor esta aparición, pero él no le creyó. Sin embargo el sacerdote empezó a darse cuenta de que esta monjita era sumamente santa, y se fue donde el Sr. Arzobispo a consultarle el caso. El Sr. Arzobispo le dio permiso para que hicieran las medallas, y entonces empezaron los milagros.

Las gentes empezaron a darse cuenta de que los que llevaban la medalla con devoción y rezaban la oración "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti", conseguían favores formidables, y todo el mundo comenzó a pedir la medalla y a llevarla. Hasta el emperador de Francia la llevaba y sus altos empleados también.
En París había un masón muy alejado de la religión. La hija de este hombre obtuvo que él aceptara colocarse al cuello la Medalla de la Virgen Milagrosa, y al poco tiempo el masón pidió que lo visitara un sacerdote, renunció a sus errores masónicos y terminó sus días como creyente católico.

Catalina le preguntó a la Sma. Virgen por qué de los rayos luminosos que salen de sus manos, algunos quedan como cortados y no caen en la tierra. Ella le respondió: "Esos rayos que no caen a la tierra representan los muchos favores y gracias que yo quisiera conceder a las personas, pero se quedan sin ser concedidos porque las gentes no los piden". Y añadió: "Muchas gracias y ayudas celestiales no se obtienen porque no se piden".

Después de las apariciones de la Sma. Virgen, la joven Catalina vivió el resto de sus años como una cenicienta escondida y desconocida de todos. Muchísimas personas fueron informadas de las apariciones y mensajes que la Virgen Milagrosa hizo en 1830. Ya en 1836 se habían repartido más de 130,000 medallas. El Padre Aladel, confesor de la santa, publicó un librito narrando lo que la Virgen Santísima había venido a decir y prometer, pero sin revelar el nombre de la monjita que había recibido estos mensajes, porque ella le había hecho prometer que no diría a quién se le había aparecido. Y así mientras esta devoción se propagaba por todas partes, Catalina seguía en el convento barriendo, lavando, cuidando las gallinas y haciendo de enfermera, como la más humilde e ignorada de todas las hermanitas, y recibiendo frecuentemente maltratos y humillaciones.

En 1842 sucedió un caso que hizo mucho más popular la Medalla Milagrosa y sucedió de la siguiente manera: el rico judío Ratisbona, fue hospedado muy amablemente por una familia católica en Roma, la cual como único pago de sus muchas atenciones, le pidió que llevara por un tiempo al cuello la medalla de la Virgen Milagrosa. Él aceptó esto como un detalle de cariño hacia sus amigos, y se fue a visitar como turista el templo, y allí de pronto frente a un altar de Nuestra Señora vio que se le aparecía la Virgen Santísima y le sonreía. Con esto le bastó para convertirse al catolicismo y dedicar todo el resto de su vida a propagar la religión católica y la devoción a la Madre de Dios. Esta admirable conversión fue conocida y admirada en todo el mundo y contribuyó a que miles y miles de personas empezaran a llevar también la Medalla de Nuestra Señora (lo que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal muerto, sino nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la Virgen Santa, llevando su sagrada imagen).

Desde 1830, fecha de las apariciones, hasta 1876, fecha de su muerte, Catalina estuvo en el convento sin que nadie se le ocurriera que ella era a la que se le había aparecido la Virgen María para recomendarle la Medalla Milagrosa. En los últimos años obtuvo que se pusiera una imagen de la Virgen Milagrosa en el sitio donde se le había aparecido (y al verla, aunque es una imagen hermosa, ella exclamó: "Oh, la Virgencita es muchísimo más hermosa que esta imagen").

Al fin, ocho meses antes de su muerte, fallecido ya su antiguo confesor, Catalina le contó a su nueva superiora todas las apariciones con todo detalle y se supo quién era la afortunada que había visto y oído a la Virgen. Por eso cuando ella murió, todo el pueblo se volcó a sus funerales (quien se humilla será enaltecido).

Poco tiempo después de la muerte de Catalina, fue llevado un niño de 11 años, inválido de nacimiento, y al acercarlo al sepulcro de la santa, quedó instantáneamente curado.

En 1947 el santo Padre Pío XII declaró santa a Catalina Labouré, y con esa declaración quedó también confirmado que lo que ella contó acerca de las apariciones de la Virgen sí era Verdad.

LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA, 27 DE NOVIEMBRE



El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina, y se le apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:

"Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan".

Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estas viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.

El Arzobispo de París permitió fabricar la medalla tal cual había aparecido en la visión, y al poco tiempo empezaron los milagros. (lo que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal muerto, sino nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la Virgen Santa, llevando su sagrada imagen).

SAN LEONARDO DE PUERTO MAURICIO, PREDICADOR, AÑO 1751 - 26 DE NOVIEMBRE



Este santo ha sido uno de los mejores predicadores que ha tenido Italia, y logró popularizar por todo el país el rezo del santo Víacrucis.

Nació en Puerto Mauricio (Italia) en 1676.

Estudió con los jesuitas en Roma. Y a los 21 años logró entrar en la Comunidad de los franciscanos. Una vez ordenado sacerdote se dedicó con gran éxito a la predicación pero uniendo este apostolado al más estricto cumplimiento de los Reglamentos de su comunidad, y dedicando largos tiempos al silencio y a la contemplación. Decía que hay que hacer penitencia para que el cuerpo no esclavice el alma y que es necesario dedicar buenos tiempos al silencio para tener oportunidad de que Dios nos hable y de que logremos escuchar sus mensajes.

Fue nombrado superior del convento franciscano de Florencia y allí exigía la más rigurosa obediencia a los severos reglamentos de la comunidad, y no recibía ayuda en dinero de nadie ni cobraba por la celebración de las misas. Como penitencia, él y sus frailes vivían únicamente de lo que recogían por las calles pidiendo limosna de casa en casa. Su convento se llenó de religiosos muy fervorosos y con ellos empezó a predicar grandes misiones por pueblos, campos y ciudades.

Un párroco escribía: "Bendita sea la hora en que se me ocurrió llamar al Padre Leonardo a predicar en mi parroquia. Sólo Dios sabe el gran bien que ha hecho aquí. Su predicación llega al fondo de los corazones. Desde que él está predicando no dan abasto todos los confesores de la región para confesar los pecadores arrepentidos".

El Padre Leonardo fundó una casa en medio de las más solitarias montañas, para que allá fueran a pasar unas semanas los religiosos que desearan hacer una época de desierto en su vida. En esta casa había que guardar el más absoluto silencio y no comer carne, sino solamente frutas y verduras. Había que dedicar bastante tiempo al rezo de los salmos, y hubo varios religiosos que rezaron allí hasta nueve horas diaria. Volvían a sus casas totalmente enfervorizados. El mismo santo se iba de vez en cuando a esa soledad a meditar, en absoluto silencio, y decía: "Hasta ahora he estado predicando a otros. En estos días tengo que predicarle a Leonardo".

Se fue a Roma a predicar unos días y allá lo tuvo el santo Padre predicando por seis años en la ciudad y sus alrededores. Al fin el Duque de Médicis, envió un navío con la orden expresa de volverlo a llevar a Florencia porque allá necesitaban mucho de su predicación. Las gentes acudían en tal cantidad a escuchar sus sermones, que con frecuencia tenía que predicar en las plazas porque los oyentes no cabían en los templos. Las conversiones eran numerosas y admirables.

San Leonardo estimaba muchísimo el rezo del Santo Viacrucis (las 14 estaciones del viaje de Jesús hacia la cruz). A él se debe que esta devoción se volviera tan popular y tan estimada entre la gentes devota. Como penitencia en la confesión ponía casi siempre rezar un Viacrucis, y en sus sermones no se cansaba de recomendar esta práctica piadosa. En todas las parroquias donde predicaba dejaba instaladas solemnemente las 14 estaciones del Viacrucis.

Logró erigir el Viacrucis en 571 parroquias de Italia.

Otras tres devociones que propagaba por todas partes eran la del Santísimo Sacramento, la del Sagrado Corazón de Jesús y la del Inmaculado Corazón de María. En este tiempo esas devociones estaban muchísimo menos popularizadas que ahora. A San Leonardo se le ocurrió una idea que después obtuvo mucho éxito: recoger firmas en todo el mundo para pedirle al Sumo Pontífice que declarara el dogma de la Inmaculada Concepción. Esto se hizo después en el siglo XIX y el resultado fue maravilloso: millones y millones de firmas llegaron a Roma, y así los católicos de todo el mundo declararon que estaban convencidos de que María sí fue concebida sin pecado original.

Daba dirección espiritual a muchas personas por medio de cartas. Se conservan 86 cartas que dirigió a una misma persona tratando de llevarla hacia la santidad.

Se le encomendó ir a predicar a la Isla de Córcega que estaba en un estado lamentable de abandono espiritual. Fue la más difícil de todas las misiones que tuvo que predicar. Él escribía: "En cada parroquia encontramos divisiones, odios, riñas, pleitos y peleas. Pero al final de la misión hacen las paces. Como llevan tres años en guerra, en estos años el pueblo no ha recibido instrucción alguna. Los jóvenes son disolutos, alocados y no se acercan a la iglesia, y lo grave es que los papás no se atreven a corregirlos. Pero a pesar de todo, los frutos que estamos consiguiendo son muy abundantes."

El Sumo Pontífice lo mandó volver a Roma para que se dedicara a predicar Retiros y Ejercicios a religiosos y monjas. Y el éxito de sus predicaciones era impresionante.

San Leonardo logró entonces cumplir algo que había deseado durante muchos años: poder erigir un Viacrucis en el Coliseo de Roma (que era un estadio inmenso para los espectáculos de los antiguos romanos, en el cual cabían 80,000 espectadores. Fue construido en tiempos de Vespasiano y Tito, año 70, y siempre había estado destinado a fines no religiosos. Sus impresionantes ruinas se conservan todavía). Desde San Leonardo se ha venido rezando el Viernes Santo el Viacrucis en el Coliseo, y casi siempre lo preside el Sumo Pontífice. El santo escribió entonces: "Me queda la satisfacción de que el Coliseo haya dejado de ser simplemente un sitio de distracción, para convertirse en un lugar donde se reza".

Ya muy anciano y muy desgastado de tanto trabajar y hacer penitencia, y después de haber pasado 43 años recorriendo todo el país predicando misiones, tuvo que hacer un largo viaje en pleno invierno. El Sumo Pontífice le mandó que ya no viajara a pie, sino en carroza, pero por el camino se destrozó el carruaje en el que viajaba y tuvo que seguir a pie, lo cual lo fatigó inmensamente.

El 26 de noviembre llegó a Roma y cayó en cama. En seguida envió un mensaje al Papa contándole que había obedecido su orden de volver a esa ciudad. A las nueve de la noche llegó un Monseñor con un mensaje muy afectuoso del Sumo Pontífice y una hora después murió nuestro santo. Era el año 1751.

SAN DIONISIO, OBISPO, AÑO 265 - 25 DE NOVIEMBRE


Que el Espíritu Santo siga enviando a su Iglesia sabios y santos que aviven en todo el pueblo ungran amor hacia Dios y una gran caridad hacia los demás.

Valioso es un amigo fiel. Su precio es incalculable (S. Biblia Ecl. 6, 15).

Entre los muchos santos que han llevado el nombre de Dionisio, el santo de hoy fue llamado "El Grande", o Dionisio Magno. San Atanasio lo llamó "Maestro de la Iglesia Católica", por su gran sabiduría y el notable ascendiente que tuvo entre los católicos de su tiempo.

Nació y vivió en Alejandría, Egipto. Al principio era pagano, pero después de haber tenido una visión, y al dedicarse a estudiar la Santa Biblia se dio cuenta de que la verdadera religión es la católica y se convirtió.

En aquellos tiempos la escuela de teología más famosa que tenía nuestra Santa Iglesia era la de Alejandría. Allá iban a enseñar o a aprender los más destacados intelectuales del clero y Dionisio brilló allí como un alumno especialmente dotado de gran inteligencia y de prodigiosa memoria, y poco después de graduarse fue nombrado como director de tan famosa escuela, cargo que ejerció durante 15 años con aplauso de todos.

En el año 247 Dionisio fue elegido obispo de Alejandría, pero luego empezaron las persecuciones. Al principio eran los sacerdotes paganos que incitaban al populacho contra los seguidores de Cristo. Luego estalló la terrible persecución de Decio, y lo primero que hizo el gobernador de Alejandría fue mandar llevar preso a Dionisio. Los perseguidores lo buscaron por todas partes, menos en su casa, pues se imaginaban que había salido huyendo. Pero él no se había movido de su habitación.

A los cuatro días Dionisio dispuso huir con todos sus ayudantes pero la policía los atrapó y se los llevó presos a todos, menos a uno de los empleados que logró huir a contar la noticia. El fugitivo se encontró con un enorme grupo de personas que se dirigían a celebrar unas bodas y les narró lo sucedido. Aquellas gentes se llenaron de indignación y con palos y piedras atacaron a la policía y les quitaron a los prisioneros. Dionisio se oponía a esto, y se entristecía de que ya no podía ser mártir. Pero aquellos hombres no le hicieron caso a sus ruegos sino que lo subieron sobre una mula y lo mandaron al desierto, para que allá quedara libre de los perseguidores. En el desierto estuvo varios años hasta que terminó la persecución.

Al volver a Alejandría se encontró con que algunos teólogos se oponían al Pontífice de Roma y le pedían a él que los apoyara en esta oposición. Dionisio escribió a Novaciano, que era jefe de los rebeldes: "Es necesario estar resuelto a sufrir cualquier otro daño, antes que destruir la unidad de la Iglesia. Hay que estar tan dispuesto a morir a favor de la unidad de la Iglesia, como estaría uno dispuesto a morir por defender la fe". Y siguió siendo fiel al Papa de Roma.

El hereje Novaciano decía que a los que cometen faltas muy graves no se les debe perdonar nunca. San Dionisio, apoyando lo que enseñaba el Papa San Cornelio, escribió varias cartas recomendando tener una gran misericordia con los pecadores, y narraba cómo cuando un pobre que había sido muy pecador en la vida, estando moribundo pedía el perdón y la comunión, no teniendo más con quién enviarle la eucaristía, le mandaron la comunión con un niñito, y el pobre pecador al comulgar exclamó: "Ya he quedado libre de mis pecados. Puedo partir tranquilo para la eternidad". Y cuenta el santo que aquel hombre pecador Dios le conservó milagrosamente la vida hasta que llegó el que llevaba la Sagrada Eucaristía.

Dionisio que había estudiado y enseñado por 15 años lo referente a la Santa Biblia, empleó con gran maestría una serie de frases muy especiales de la Sagrada Escritura para combatir a los herejes. Estas respuestas de tan notable sabio sirvieron mucho en los siglos siguientes para enfrentarse a los que negaban verdades de nuestra santa religión.

En el año 257 estalló la persecución de Valeriano. El gobernador de Egipto llamó a Dionisio y a sus sacerdotes y les exigió que adoraran a los ídolos del imperio. El santo obispo respondió: "Nosotros los seguidores de Cristo no adoramos sino al único Dios que existe, que es el Creador de cielos y tierra. Rezamos por Valeriano y los demás gobernantes, pero en cuanto a la religión sólo obedecemos a nuestra Santa Iglesia. Ofrecemos oraciones y sacrificios por la paz, el bienestar y la prosperidad de la patria, pero en cuestiones religiosas dependemos solamente de Nuestro Señor Jesucristo". Por más que el gobernador trató de convencerlos para que adoraran a sus ídolos, ellos no aceptaron, y fueron desterrados al terrible desierto de Libia.

Pero a los dos años el emperador perseguidor fue hecho prisionero y esclavo por sus enemigos, y Dionisio y sus sacerdotes pudieron volver a Alejandría. Mas allá se encontraron que por falta de enseñanzas religiosas las gentes se habían vuelto violentísimas y peleaban y se mataban por cualquier cosa (la mayor parte de esas gentes eran paganas). No se podía ya ni salir a la calle sinpeligro de ser asesinados. El santo obispo escribía: "Es más peligroso andar tres cuadras por esta ciudad, que viajar 300 kilómetros por el resto de la nación". Les faltaba el espíritu cristiano, que es caridad, perdón y paz con todos.Y para colmo de penas llegaron la peste de tifo negro y la disentería. Las gentes morían por centenares, pero entonces brilló la caridad cristiana. Mientras los paganos echaban los cadáveres a las calles y desterraban de sus casas a los enfermos, los cristianos dirigidos por su obispo, sepultaban caritativamente a los muertos y asistían con gran caridad a los infectados. Esto les atrajo muchas simpatías en la gran ciudad.

Después de haber sido obispo de Alejandría por 17 años dando muestra de gran prudencia y santidad y ganándose la simpatía y la admiración de creyentes e incrédulos, San Dionisio murió en el año 265.

San Epifanio cuenta que por muchos años las gentes lo recordaban como un verdadero padre y maestro, y dedicaron un templo en su honor. Sus virtudes y sus sabios escritos le dieron fama universal.

SAN JOSÉ DE PIGNATELLI, RESTAURADOR DE LOS JESUITAS, AÑO 1811 - 24 DE NOVIEMBRE

El mérito especial de este santo fue el de conservar lo que quedaba de la Compañía de Jesús (que es la Comunidad religiosa más numerosa en la Iglesia Católica) y tratar de que los religiosos de esa comunidad pudieran sobrevivir, a pesar de una terrible persecución.

De familia italiana, nació en Zaragoza (España) en 1737. Se hizo jesuita y empezó a trabajar en los apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo a los niños y a los presos.

En 1767 la masonería mundial se puso de acuerdo para pedir a todos los gobernantes que expulsaran de sus países a los Padres Jesuitas. El rey Carlos III de España obedeció las órdenes masónicas y declaró que de España y de todos los territorios de América que dependían de ese país quedaban expulsados los jesuitas. Con este decreto injusto le hizo un inmenso mal a muchas naciones y a la Santa Iglesia Católica.

El Padre José Pignatelli y su hermano, que eran de familia de la alta clase social, recibieron la oferta de poder quedarse en España pero con la condición de que se salieran de la Compañía de Jesús. Ellos no aceptaron esto y prefirieron irse al destierro. Se fueron a la Isla de Córcega, pero luego los franceses invadieron esa isla y de allá también los expulsaron.

En 1774 Clemente XIV por petición de los reyes de ese tiempo dio un decreto suprimiendo la Compañía de Jesús. Como efecto de ese Decreto 23,000 jesuitas quedaron fuera de sus casas religiosas.

El Padre Pignatelli y sus demás compañeros, cuando oyeron leer el terrible decreto exclamaron: "Tenemos voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de todo corazón".

Durante los 20 años siguientes la vida del Padre José y la de los demás jesuitas será de tremendos sufrimientos. Pasando por situaciones económicas sumamente difíciles (como los demás jesuitas dejados sin su comunidad), pero siempre sereno, prudente, espiritual, amable, fiel.

Se fue a la ciudad de Bolonia y allí estuvo dedicado a ayudar a otros sacerdotes en sus labores sacerdotales, y a coleccionar libros y manuscritos relacionados con la Compañía de Jesús y a suministrar ayuda a sus compañeros de religión. Muchos de ellos estaban en la miseria y si eran españoles no les dejaban ni siquiera ejercer el sacerdocio. Un día al pasar por frente a una obra del gobierno, alguien le dijo que aquello lo habían construido con lo que les habían quitado a los jesuitas, y Pignatelli respondió: "Entonces deberían ponerle por nombre "Haceldama", porque así se llamó el campo que compraron con el dinero que Judas consiguió al vender a Jesús.

Cuando los gobiernos de Europa se declaraban en contra de los jesuitas, la emperatriz de Rusia, Catalina, prohibió publicar en su país el decreto que mandaba acabar con la Compañía de Jesús, y recibió allá a varios religiosos de esa comunidad. El Padre Pignatelli con permiso del Papa Pío VI se afilió a los jesuitas que estaban en Rusia y con la ayuda de ellos empezó a organizar otra vez a los jesuitas en Italia. Conseguía vocaciones y mandaba los novicios a Rusia y allá eran recibidos en la comunidad. El jefe de los jesuitas de Rusia lo nombró provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII aprobó ese nombramiento. Así la comunidad empezaba a renacer otra vez, aunque fuera bajo cuerda y en gran secreto.

El Padre Pignatelli oraba y trabajaba sin descanso por conseguir que su Comunidad volviera a renacer. En 1804 logró con gran alegría que en el reino de Nápoles fuera restablecida la Compañía de Jesús. Fue nombrado Provincial. Con las generosas ayudas que le enviaban sus familiares logró restablecer casas de Jesuitas en Roma, en Palermo, en Orvieto y en Cerdeña.

Ya estaba para conseguir que el Sumo Pontífice restableciera otra vez la Compañía de Jesús, cuando Napoleón se llevó preso a Pío VII al destierro.

El Padre Pignatelli murió en 1811 sin haber logrado que su amada Comunidad religiosa lograra volver a renacer plenamente, pero tres años después de su muerte, al quedar libre de su destierro el Papa Pío VII y volver libre a Roma, decretó que la Compañía de Jesús volvía a quedar instituida en todo el mundo, con razón Pío XI llamaba a San José Pignatelli "el anillo que unió la Compañía de Jesús que había existido antes, con la que empezó a existir nuevamente". Los Jesuitas lo recuerdan con inmensa gratitud, y nosotros le suplicamos a Dios que a esta comunidad y a todas las demás comunidades religiosas de la Iglesia Católica las conserve llenas de un gran fervor y de grandísima santidad.

SAN CLEMENTE, PAPA - AÑO 101 - 23 DE NOVIEMBRE



San Clemente fue el tercer sucesor de San Pedro (después de Lino y Cleto) y gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101.

El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más antiguo que se conoce (Después de las cartas de San Pedro). En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma (Entre otras cosas dice: "el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra").

Por ser cristiano fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados a picar piedras dice: "el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra").

Por ser cristiano fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados a picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos le decían: "Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo".

San Ireneo (que vivió en el siglo segundo) dice que Clemente vio a los santos apóstoles Pedro y Pablo y trató con ellos.

Las Actas antiguas añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos y los bautizó. Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuete de agua cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.

Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla.

San Cirilo y San Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de San Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad en la Ciudad Eterna, y allá se conservan.

SANTA CECILIA, MÁRTIR, AÑO 177 - 22 DE NOVIEMBRE



Santa Cecilia bendita, dile a Dios que también nosotros prefiramos mil muertes antes que ser infieles a nuestra santa religión.No ofendas a nadie ni en mucho ni en poco (S. Biblia Ecl. 5, 15).

Por más de mil años Santa Cecilia ha sido muy venerada en la Iglesia Católica.Una tradición muy antigua dice que pertenecía a una de las principales familias de Roma, que acostumbraba vestir una túnica de tela muy áspera y que había consagrado a Dios su virginidad.

Sus padres la comprometieron en matrimonio con un joven llamado Valeriano, pero Cecilia le dijo a éste que ella había hecho voto de virginidad y que si él quería ver al ángel de Dios debía hacerse cristiano. Valeriano se hizo instruir por el Papa Urbano y fue bautizado. Luego entre Cecilia y Valeriano convencieron a Tiburcio, el hermano de éste, y lograron que también se hiciera cristiano.Las historias antiguas dicen que Cecilia veía a su ángel de la guarda. El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los cadáveres de los cristianos. Pero Valeriano y Tiburcio se dedicaron a sepultar todos los cadáveres de cristianos que encontraban. Por eso fueron arrestados. Llevados ante el alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter. Ellos le dijeron que únicamente adoraban al verdadero Dios del cielo y a su Hijo Jesucristo. Entonces fueron ferozmente azotados y luego les dieron muerte. Los dos santos mártires animaban a los demás cristianos de Roma a sufrir con gusto todos los horrores, con tal de no ser infieles a la santa religión.

En seguida la policía arrestó a Cecilia y le exigió que renunciara a la religión de Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión. Entonces fue llevada junto a un horno caliente para tratar de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en vez de asfixiarse ella cantaba gozosa (quizás por eso la han nombrado patrona de los músicos). Visto que con este martirio no podían acabar con ella, el cruel Almaquio mandó que le cortaran la cabeza. La santa, antes de morir le pidió al Papa Urbano que convirtiera su hermosa casa en un templo para orar, y así lo hicieron después de su martirio. Antes de morir, había repartido todos sus bienes entre los pobres.

En 1599 permitieron al escultor Maderno ver el cuerpo incorrupto de la santa y él fabricó una estatua en mármol de ella, muy hermosa, la cual se conserva en la iglesia de Santa Cecilia en Roma. Está acostada de lado y parece que habla.En Roma había ya en el año 545 un templo dedicado a esta gran Santa.

LA PRESENTACION DE LA SANTISIMA VIRGEN MARÍA EN EL TEMPLO, 21 DE NOVIEMBRE

Honramos hoy la Presentación en el Templo de aquella Niña de bendición.

Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el «
Protoevangelio de Santiago». Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y sobre los deberes para con Dios.

Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén , en el año 543. Todo eso se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, y hasta habla de ello el emperador Miguel Comeno en una Constitución de 1166.

Un gentil hombre francés, canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

Oración:

Oh Dios, que quisiste que en este día fuese presentada en el templo la Santísima Virgen María, morada del Espíritu Santo: suplicámoste por su intercesión nos concedas merecer ser presentados en el templo de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

SAN ROQUE GONZÁLEZ DE SANTA CRUZ Y SUS COMPAÑEROS, MARTIRES, AÑO 1628 - 20 DE NOVIEMBRE

San Roque y sus compañeros fueron unos de los primero mártires suramericanos. Fueron asesinados por los indios en 1628, y canonizados por el Papa Juan Pablo II.

Roque González nació en Asunción, Paraguay, en 1576. Sus padres eran españoles.

De joven era tan bueno y devoto que todos estaban convencidos de que un día sería sacerdote. Y a los 23 años recibió la ordenación sacerdotal.

Desde el primer año de su sacerdocio se preocupó mucho por los indígenas y visitaba continuamente a los poblados más lejanos para evangelizar y ayudar a los indios.

A los 33 años entró a la Compañía de Jesús, para poder trabajar más completamente como misionero.

Los Padres Jesuitas habían fundado en el Paraguay unas colonias de indígenas que se hicieron famosas en todo el mundo. Las llamaron "Reducciones" y se diferenciaban de los demás grupos de otros países en que allí los indios no eran considerados como gente de segunda clase, sino que ellos eran los más importantes. Los Padres Jesuitas los consideraban como verdaderos hijos de Dios, y como tales los trataban con enorme respeto y gran cariño.

Un autor francés llegó a exclamar: "En estas reducciones los indios llegaron al más alto grado de civilización que un pueblo joven pueda alcanzar".

En esas misiones se respetaba mucho la ley de Dios y se obedecían las leyes civiles; cada uno trataba a los demás como si fueran hermanos; los indios aprendían a labrar la tierra con técnica, y practicaban labores manuales e industriales. Todo era un cooperativismo bien organizado y reinaba la abundancia.

En estas reducciones trabajó por 20 años el Padre Roque González, enfrentándose con paciencia y confianza a toda clase de dificultades y peligros. Unas veces el peligro provenía de tribus totalmente salvajes que atacaban, y otras era de los colonos europeos que querían esclavizar a los indios, pero los jesuitas no se lo permitían.

El padre González fue el primer europeo que penetró en ciertas regiones selváticas del Paraguay. Dirigió unas seis "reducciones" de indígenas. El gobernador español dejó escrito: "Al padre Roque le costó su vida de misionero el aguantar hambres, fríos, ríos atravesados a nado, continua molestia de los insectos, y mil otras incomodidades que él supo soportar con verdadero heroísmo sacerdotal". Pero llegó a tener una enorme influencia sobre los indios, que lo veneraban como a un verdadero santo.

Y sucedió que un curandero o brujo de los indígenas se dio cuenta de que la influencia de los Padres Jesuitas le estaba quitando su clientela y que ya los indígenas empezaban a no creer tanto en sus engaños y mentiras, y dispuso vengarse de ellos. Y así fue que reunió un grupo de indios de los más salvajes y con ellos atacó la misión católica.

Cuando los atacantes llegaron estaba el Padre Roque González tratando de subir una campana a la torre de la capilla. Lo asesinaron allí mismo a golpes de mazo. Al oír el tumulto, el Padre Alfonso Rodríguez salió de su choza, e inmediatamente los indios lo asesinaron a golpes también. Enseguida los indígenas prendieron fuego a la capilla y cuando estaba envuelta en llamas, arrojaron a ella los dos cadáveres. Era el 15 de noviembre de 1628. Unos días después los mismos indios asaltaron la misión cercana y allí asesinaron al otro compañero del Padre Roque, el Padre Juan de Castillo. Así fueron tres los mártires que derramaron su sangre, después de haber gastado su vida en favor de los nativos.

El jefe indio Guarecupí dejó escrito: "Todos los indios cristianos amaban al Padre Roque".

SAN ODÓN, ABAD - AÑO 942 - 19 DE NOVIEMBRE









Gracias Señor, por los grandes santos que les has dado a tu Iglesia. También ahora necesitamos apóstoles de esa talla. No dejes de enviarlos, que nos están haciendo mucha falta.



Orad para no caer en tentación porque el Espíritu está pronto, pero la carne es débil (Jesucristo).




Odón en germano significa: "superior de muchos".




Este santo se hizo famoso porque fue el superior del monasterio más célebre de su tiempo, el de Cluny, y porque tuvo bajo su dirección más de mil monjes en diversos conventos.




Su nacimiento fue el fruto de muchas oraciones de sus padres, que deseaban tener un hijo pero la esterilidad no les permitía tenerlo. Nació el 25 de diciembre del 879.




Cuando era joven empezó a sentir terribles dolores de cabeza y ningún médico lograba curarlo. Al fin su padre y él prometieron a Dios que se iría de religioso si se curaba. La curación le llegó muy pronto.




Un día leyó las Reglas que San Benito hizo para sus monasterios y se dio cuenta de que él estaba muy lejos de la santidad, y entonces pidió ser admitido como monje en un convento de San Benito.



El año 910 fue fundado el famoso Monasterio benedictino de Cluny (en Francia) y el fundador lo llevó a él como ayudante. Después de la muerte del fundador quedó Odón como Superior del inmenso monasterio.




Por muchos años fue Odón el superior casi irremplazable de Cluny, y como allí se refugiaban grandes pecadores que deseaban llevar una vida de santidad y de penitencia, él gobernaba de manera muy rígida, porque era necesario que quien se iba a de religioso lo hiciera con toda seriedad. Y así logró llevar a sus religiosos a un alto grado de santidad.




Al principio Odón se dedicaba más al estudio que a la oración, pero en una visión, contempló que su alma era como un vaso muy hermoso pero lleno de serpientes. Con esto comprendió que si no se dedicaba totalmente a la oración y a la meditación no sería agradable a Dios, y desde entonces su vida fue un orar continuo y fervoroso y un meditar constante en temas religiosos.




Él mismo narraba que cuando era un joven monje una noche a medianoche, en pleno invierno, mientras iba al templo a la oración, se encontró con un mendigo que tiritaba de frío. Él le regaló su manto, pero tuvo que tiritar también de frío durante toda la oración. Mas al llegar a su celda se encontró con una moneda de oro sobre su cama, y con eso compró un nuevo manto.




Odón insistía muchísimo en que se rezaran con gran fervor los salmos y en que se observara un gran silencio en el monasterio. Y fue formando monjes tan fervorosos que con ellos logró fundar otros 15 monasterios más.




El Sumo Pontífice lo llamó varias veces a Roma para que le ayudara a calmar las guerras civiles, y con su gran ascendiente y su mucha fama de santidad lograba que se hicieran las paces entre los que guerreaban.




A veces al llegar a algunos monasterios relajados a exigir estricta observancia fue recibido con amenazas muy serias, pero luego al conocerlo más de cerca, los revoltosos se calmaban y se volvían sus grandes amigos y le obedecían totalmente.




Al morir el 18 de noviembre del año 942, dejaba monasterios muy fervorosos por muchos sitios importantes de Europa y con ello contribuyó inmensamente al resurgimiento del espíritu religioso.

NUESTRA SEÑORA VIRGEN DE LA CHIQUINQUIRÁ (LA CHINITA) PATRONA DE MARACAIBO, VENEZUELA - 18 DE NOVIEMBRE



El mes de noviembre es de especial significación para el pueblo zuliano, ya que durante el mismo se llevan a cabo las celebraciones en honor de la Chinita (equivalente zuliano de guajirita) o Virgen de la Chiquinquirá. Es por este motivo que durante estos días, la gaita suena con especial frenesí y alegría en todo el Zulia. De las numerosas fiestas en honor a la Virgen, quizás la más impresionante sea el llamado Amanecer Gaitero, en el que el pueblo de Maracaibo se congrega en la madrugada del día 18 en la plazoleta de la Basílica, para cantarle a la Chinita las Mañanitas y el Cumpleaños Feliz.

De acuerdo con la tradición zuliana, la Chinita llegó a Maracaibo sobre las olas del lago. Cuenta la historia que un día del año 1749, una sencilla mujer acababa de lavar su ropa en las orillas del lago de Maracaibo, cuando repentinamente vio flotando una tablita de madera fina, la cual recogió pensando en que le podría ser útil para tapar la tinaja de agua que tenía en el corredor de su casa. A la mañana siguiente, cuando estaba colando el café, la mujer escuchó unos golpes como si alguien estuviera llamando. Fue a ver lo que sucedía y quedó sobrecogida de asombro al ver que la tablita brillaba y que aparecía en ella, la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Por tal motivo, la mujer comenzó a gritar ¡Milagro! ¡Milagro!, por lo que de ahí proviene el nombre de El Milagro a la actual avenida junto al lago, donde estaba la casita de la lavandera. Luego de lo sucedido, numerosas personas acudieron a presenciar el prodigio, convirtiéndose por esto la casa de la humilde mujer en un lugar de veneración de la Virgen por parte de múltiples creyentes.

Al tiempo de lo acontecido en casa de la humilde lavandera, las autoridades de Maracaibo decidieron realizar una procesión en honor de la Chinita. Cuenta la leyenda, que la Virgen era llevada en hombros por dos hombres elegidos por el propio Gobernador, cuando al doblar una esquina, la imagen se puso tan pesada que impidió seguir moviéndola. Finalmente, después de muchos ruegos al cielo y súplicas a la Virgen, uno de los presentes exclamó:

Tal vez la Virgen no quiera ir a la Iglesia Matriz y prefiera la de San Juan de Dios.

Según la tradición popular, estas palabras se tomaron como una inspiración divina, ya que, la procesión cambió su rumbo hacia la iglesia de la gente humilde de Maracaibo y la imagen recuperó su peso normal. Es por esto, que desde ese día, la Virgen de la Chiquinquirá, la querida Chinita, protege desde su templo, hoy basílica, al pueblo zuliano.


DEDICACIÒN DE LAS BASILICAS DE SAN PEDRO Y SAN PABLO - 18 DE NOVIEMBRE



Propongámonos tener siempre el más grande respeto y veneración por nuestros templos


La actual Basílica de San Pedro en Roma fue consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua.
La construcción de este grandioso templo duró 170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.

Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro (crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.

Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido siempre el templo más famoso del mundo.

La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.

Su construcción la empezó el Papa Nicolás V en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante, Rafael, Miguel Angel y Bernini. Su hermosura es impresionante.

Hoy recordamos también la consagración de la Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro, en un sitio llamado "Las tres fontanas", porque la tradición cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí están las tales tres fontanas).

La antigua Basílica de San Pablo la habían construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: "A San Pablo, Apóstol y Mártir".

Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.

sábado, 3 de noviembre de 2007

SANTA ISABEL DE HUNGRÍA - VIUDA - 1207-1231 - 17 DE N OVIEMBRE




"Que el Señor nos conceda como a su buena Isabel, el don de un gran desprendimiento para dedicar nuestra vida y nuestros bienes a ayudar a los más necesitados."


SU VIDA


Isabel, a los 15 años fue dada en matrimonio por su padre el Rey de Hungría al príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día: "Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿Cuánto más debiera amarte a Ti?". Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones que Isabel tenía en repartir a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que criticaban: "Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros".


Cuando apenas de veinte años y con su hijo menor recién nacido, su esposo, un cruzado, murió en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.


El sucesor de su marido la desterró del castillo y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.


Un Viernes Santo, después de las ceremonia, cuando ya habían desvestido los altares en la iglesia, se arrodilló ante uno y delante de varios religiosos hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio de los más pobres y desampardos. Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24 años) se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado. Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, con tal de obtener con qué compararles medicinas a los enfermos.


Tenía un director espiritual que para ayudarla en su camino a la santidad, la trataba duramente. Ella exclamaba: "Dios mío, si a este sacerdote le tengo tanto temor, ¿cuánto más te debería temer a Ti, si desobedezco tus mandamientos?"


Un día, cuando todavía era princesa, fue al templo vestida con los más exquisitos lujos, pero al ver una imagen de Jesús crucificado pensó: "¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?". Nunca más volvió con vestidos lujosos al templo de Dios.


Una vez se encontró un leproso abandonado en el camino, y no teniendo otro sitio en dónde colocarlo por el momento, lo acostó en la cama de su marido que estaba ausente. Llegó este inesperadamente y le contaron el caso. Se fue furioso a regañarla, pero al llegar a la habitación, vio en su cama, no el leproso sino un hermoso crucifijo ensangrentado. Recordó entonces que Jesús premia nuestros actos de caridad para con los pobres como hechos a Él mismo.


El pueblo la llamaba "la mamacita buena".


Uno sacerdotes de aquella época escribió: "Afirmo delante de Dios que raramente he visto una mujer de una actividad tan intensa, unida a una vida de oración y de contemplación tan elevada". Algunos religiosos franciscanos que la dirigían en su vida de total pobreza, afirman que varias veces, cuando ella regresaba de sus horas de oración, la vieron rodeada de resplandores y que sus ojos brillaban como luces muy resplandecientes.


El mismo emperador Federico II afirmó: "La venerable Isabel, tan amada de Dios, iluminó las tinieblas de este mundo como una estrella luminosa en la noche oscura".


Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad. A sus funerales asistieron el emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la patrona de los pobres.


El mismo día de la muerte de la santa, a un hermano lego se le destrozó un brazo en un accidente y estaba en cama sufriendo terribles dolores. De pronto vio a parecer a Isabel en su habitación, vestida con trajes hermosísimos. Él dijo: "¿Señora, Usted que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora tan hermosamente vestida?". Y ella sonriente le dijo: "Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado". El paciente estiró el brazo que tenía totalmente destrozado, y la curación fue completa e instantánea.


Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un monje cisterciense el cual desde hacía varios años sufría un terrible dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su dolencia. Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la santa, y de un momento a otro quedó completamente curado de su dolor y de su enfermedad.


Estos milagros y muchos más, movieron al Sumo Pontífice a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte.


Santa Isabel de Hungría es patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.


Una Historia


No faltó quien acusó a la princesa ante el propio duque de estar dilapidando los caudales públicos y dejar exhaustos los graneros y almacenes. El margrave Luis quería a su esposa con delirio, pero no pudo resistir, sin duda, el acoso de sus intendentes y les pidió una prueba de su acusación.-- Espera un poco -le dijeron- y verás salir a la señora con la faltriquera llena.


Efectivamente, poco tuvo que esperar el duque para ver a su mujer que salía, como a hurtadillas, de palacio cerrando cautelosamente la puerta. Violentamente la detuvo y la preguntó con dureza:


-- ¿Qué llevas en la falda?


-- Nada..., son rosas -contestó Isabel tratando de disculparse, sin recordar que estaba en pleno invierno-.


Y, al extender el delantal, rosas eran y no mendrugos de pan lo que Isabel llevaba, porque el Señor quiso salir fiador de la palabra de su sierva.


ORACIÓN


Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

SANTA MARGARITA DE ESCOCIA, AÑO 1093 - 16 DE NOVIEMBRE




Quiera Dios que todas las esposas de los jefes de las naciones sean tan fervorosas y generosas como Santa Margarita de Escocia, y que las demás esposas lo sean también.

Margarita era hija del rey San Eduardo. Su padre tuvo que salir huyendo de Inglaterra cuando el rey Canuto de Dinamarca invadió el país. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey Malcon III, el cual al darse cuenta de las cualidades de bondad y caridad que tenía la joven, se casó con ella. Y así Margarita, a los 24 años llegó a ser reina de Escocia.

Para ella lo principal en la vida era ayudar a los pobres. Cada día antes de ir a almorzar servía personalmente el almuerzo a nueve niños huérfanos (y a veces les servía de rodillas, al recordar que los favores que hacemos al pobre los recibe Jesucristo como hechos a Él mismo). En su palacio de reina se atendía diariamente a centenares de pobres, y cuando ella salía por las calles volvía a la casa sin dinero, sin joyas y hasta sin el manto, porque todo lo regalaba a los necesitados. Era estimadísima entre el pueblo por la inmensa compasión que demostraba hacia los más miserables.

Tuvo seis hijos y dos hijas. Su esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir el almuerzo a los centenares de pobres que llegaban a pedir alimentos. De los hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.

Costeó la construcción de conventos y templos y organizó una asociación de señoras para dedicarse con ellas a tejer y bordar ornamentos para las iglesias, a sus hijos los educó muy cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo hacía leer las vidas de santos. Se esmeraba en conseguir sacerdotes fervorosos para las parroquias. A su esposo el rey, lo entusiasmaba continuamente para que hiciera obras a favor de la Iglesia y de los pobres, y para que fuera compasivo con sus enemigos.

Construyó una hermosísima catedral. Insistía mucho a la gente en el deber de santificar el domingo. En Cuaresma y en Adviento (las cuatro semanas anteriores a la Navidad) ayunaba cada día. Le gustaba mucho leer los Evangelios y pasaba varias horas de la noche en oración.

Su esposo y su hijo mayor murieron batallando contra los ingleses que querían invadir el territorio de Escocia. Santa Margarita sufrió inmensamente al saber tan trágica noticia. Exclamó entonces: "Te doy gracias Dios mío, porque al mandarme tan dolorosas noticias me purificas de mis pecados", y cuatro días después ella también murió, el 16 de noviembre del año 1093.

Inmediatamente el pueblo empezó a honrarla como santa, y su popularidad ha sido inmensa en Escocia y en otros países. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los pobres y afligidos

SAN ALBERTO MAGNO, DOCTOR DE LA IGLESIA - AÑO 1280 - 15 DE NOVIEMBRE



La Virgen Santísima nos conceda como a su buen devoto San Alberto, el don de la sabiduría, para hacer mucho bien.
El primer paso para adquirir sabiduría es tener un gran deseo de instruirse (S. Biblia. Proverbios).



Alberto significa: "de buena familia" (Al = familia. Bert = buena)

Ya en su tiempo la gente lo llamaba "El Magno", el grande, el magnífico, por la sabiduría tan admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también "El Doctor Universal" porque sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias naturales, de filosofía, etc. Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo. La gente decía "Sabe todo lo que se puede saber" y le daba el título de "milagro de la época", "maravilla de conocimientos" y otros más.

Tuvo el honor San Alberto de haber sido el maestro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino, y esto le aumentó su celebridad. El descubrió el genio que había en el joven Tomás.

Nació en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Su padre era Conde, o sea gobernador de la región. Estudió en la Universidad de Padua. Allí se encontró con el más grande pescador de vocaciones, el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, y aunque el papá de Alberto se oponía a que su hijo se hiciera religioso, sin embargo la personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro de hacendado, político y hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres Dominicos.

Él mismo contaba que de joven le costaban los estudios y por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una escalera colgada de una pared, en la parte de arriba, le pareció ver a Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: "Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí que soy ‘Trono de la Sabiduría?’.

Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías". Y así sucedió. Y al final de su vida, un día en un sermón se le olvidó todo lo que sabía, y dijo: "Es señal de que ya me voy a morir, porque así me lo anunció la Virgen Santísima". Y se retiró de sus labores y se dedicó a orar y a prepararse para morir, y a los pocos meses murió.

En Colonia, en París y en varias otras universidades fue profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Él tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, y de haber descubierto que el filósofo Aristóteles tiene un gran parecido con las ideas cristianas (lo cual perfeccionará luego su discípulo Santo Tomás).

Escribió 38 volúmenes, de todos los temas. Teología, filosofía, geografía, química, astronomía, etc. Era una verdadera enciclopedia viviente.

Fue nombrado superior provincial de su comunidad de Dominicos. Y el Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, pero a los dos años renunció a ese cargo para dedicarse a dar clases y escribir, que eran sus oficios preferidos.

Habiendo sido de familia muy rica y de alta posición social, recorrió Alemania predicando, y viajando de limosna y hospedándose donde le dieran posada como a un limosnero. Era una buena práctica para aumentar la virtud de la humildad.

El 15 de noviembre de 1280, mientras charlaba tranquilamente con unos religiosos de su comunidad, quedó muerto plácidamente. Tenía 74 años. Dejaba fama de haber sido más sabio que todos los sabios de su tiempo. Todas las enseñanzas tenían por fin llevar el alma hacia Dios que es amor

SANTA GERTRUDIS, MISTICA - AÑO 1302 - 14 DE NOVIEMBRE



Gertrudis es una palabra que en su idioma significa "fiel defensora" (ger = defensora, trud = fiel).

Santa Gertrudis es la patrona de las personas místicas, porque ella fue la primera gran mística de quien se tenga historia (la Iglesia llama místicas a las personas que se dedican a tratar directamente con Dios por medio de fervorosísimas oraciones, y a recibir de Él, mensajes y revelaciones). Más tarde aparecerán otras grandes místicas como Santa Brígida, Santa Catalina, Santa Teresa y Santa Margarita, etc., pero la primera de la cual se conocen las revelaciones recibidas es nuestra santa de hoy. Por eso es tan importante.

Santa Gertrudis fue la primera en propagar la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José. Los demás santos que después propagaron estas devociones se basaron en revelaciones recibidas por esta gran mística.

Nació en Eisleben (Alemania) en el año 1256.

A los 5 años fue llevada al convento de unas monjitas muy fervorosas y allí demostró tener cualidades excepcionales para el estudio. Sobresalía entre todas por la facilidad con la que aprendía la literatura y las ciencias naturales, y por su modo tan elegante de emplear el idioma. Y tenía la fortuna de que la superiora del convento era su tía Santa Matilde, otra gran mística, que frecuentemente recibía mensajes de Dios.
Hasta los 25 años Gertrudis fue una monjita como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación. Solamente que sentía una inclinación sumamente grande por los estudios, aunque era a los estudios mundanos de literatura, historia, idiomas y ciencias naturales. Pero en esa edad recibió la primera de las revelaciones que la hicieron famosa, y desde aquel día su vida se transformó por completo.
Así lo narra ella misma: "Estaba yo en un rincón de la capilla donde acostumbraba hacer mis tibias oraciones, cuando se me apareció Nuestro Señor y me dijo: - Hasta ahora te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer miel y sólo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí sí encontrarás el verdadero maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz".

Desde esa fecha, Gertrudis que antes se había dedicado a lecturas mundanas, cambió por completo su preferencia en cuanto a lo que leía y dedicó todos sus tiempos libres a leer la S. Biblia, y los escritos de los santos padres, especialmente San Agustín y San Bernardo. Ella dice: "cambié el estudio de ciencias naturales y literatura, por el de la teología y la Sagrada Escritura". Y en sus escritos se notará en adelante que su ciencia la ha ido a beber (después de las revelaciones que Dios le hizo) en los libros sagrados de la Biblia y de los santos.

En sus 47 años de vida, Gertrudis no se diferenció externamente de las demás monjitas de su convento. Copiaba pasajes de la S. Biblia (en ese tiempo todavía no existía la imprenta y todo había que escribirlo a mano), componía explicaciones de la Sagrada Escritura para darlas a las otras religiosas, y sufría en silencio sus enfermedades que no eran pocas. Pero internamente su vida era muy distinta, porque dialogaba con Dios a cada rato.

Jesucristo le dijo un día: "Gertrudis, tú serás mi heraldo" (Se llama heraldo el que transmite mensajes de un superior). Y ella escribió en cinco libros los mensajes que recibió en sus revelaciones, y a su obra le puso por nombre: "Heraldo de la amorosa bondad de Dios". A esta obra que se ha hecho famosa entre todas las personas que se dedican a la mística, se le ha llamado también: "Revelaciones de Santa Gertrudis". Allí se contienen visiones, comunicaciones, y experiencias místicas, y estas experiencias se han repetido después en muchas otras almas santas como por ejemplo San Juan de la cruz, Santa Teresa, Santa Magdalena de Pazzi, Santa Gema y muchísimos santos más.

Dice la santa que un día vio que de la herida del costado de Cristo salía un rayo de luz y llegaba al corazón de ella. Desde entonces sintió un amor tan grande hacia Jesucristo, como nunca antes lo había experimentado.

Su amistad con Santa Matilde. Esta otra gran santa era 15 años mayor que Santa Gertrudis y le contaba las revelaciones que ella había recibido también. Las dos (adelantándose varios siglos a lo que después se aceptaría) recomendaban mucho la comunión frecuente, la devoción al Sagrado Corazón y el encomendarse a San José. Un día Santa Matilde supo que su sobrina Gertrudis venía copiando todas las experiencias místicas y las revelaciones que ella le había contado, y se alarmó. Pero el Señor le comunicó que Él mismo le había inspirado a Gertrudis el deseo de escribir tales experiencias y revelaciones, y entonces la misma Matilde se encargó de corregir aquel escrito, el cual fue publicado con el título de "Revelaciones de Santa Matilde".

Santa Matilde le preguntó a Jesús: "Señor, fuera de la Santa Hostia, ¿dónde te puedo encontrar?" – Y Jesús le respondió: "Búscame en el corazón de Gertrudis".

Dice Gertrudis que un día Jesús acercó totalmente el corazón de Matilde a su Sagrado Corazón, y que desde esa fecha aquella santa quedó totalmente enamorada de Cristo.

Los especialistas afirman que los libros de Santa Gertrudis son, junto con las obras de Santa Teresa y Santa Catalina, las obras más útiles que una mujer haya dado a la Iglesia para alimentar la piedad de las personas que desean dedicarse a la vida contemplativa". Es una de las Patronas de los escritores católicos.

Cuando le fue anunciado que se acercaba su muerte exclamó: "Esta es la más dulce de las alegrías, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con Cristo". Y dictó sus últimos pensamientos acerca de la muerte, que son de lo más sublime que se haya escrito.

Murió el 17 de noviembre del año 1302. (su fiesta se celebra el 16 de noviembre).

Que Cristo Jesús nos regale también a nosotros una llamarada de amor hacia Él, como la que le concedió a su fiel sierva Gertrudis.

viernes, 2 de noviembre de 2007

SAN DIEGO DE ALCALÁ - SANTA FRANCISCA JAVIER CABRINI AÑO 1850-1917 - 13 DE NOVIEMBRE

SAN DIEGO DE ALCALÁ
HERMANO LEGO
AÑO 1400-1463
Señor: enséñanos a amarte a Ti y a amar a los pobres, como lo hicieron San Diego y tus demás santos.
En este santo se cumple lo que decía San Pablo: que Dios escoge aquello que para el mundo no tiene valor, para hacer grandes obras en el campo espiritual.
Nació en España en el año 1400, de familia muy pobre. De joven fue a un campo solitario a acompañar a un familiar que hacía allí vida de monje ermitaño. Y de él aprendió el arte de la oración y de la meditación y un gran cariño por Jesús Crucificado.
Se dedicó a las labores manuales y a recoger leña, y con lo que ganaba ayudaba a muchos pobres. Y como el que más da, más recibe, la gente empezó a llevarle abundantes limosnas para que repartiera entre los necesitados.
Pero sucedió que leyó la vida de San Francisco de Asís y se entusiasmó grandemente por el modo de vivir de este santo, y además estaba preocupado porque su demasiada popularidad en su tierra le quitaba la oportunidad de poder vivir en soledad y recogimiento. Y así fue que pidió ser recibido como religioso franciscano y fue admitido.
Diego había hecho muy pocos estudios, pero era muy iluminado por luces celestiales, y así sucedía que cuando le preguntaban acerca de los temas espirituales más difíciles, daba unas respuestas que dejaban admirados a todos.
Fue enviado a misionar a las Islas Canarias y allá logró la conversión de muchos paganos y no permitió que los colonos esclavizaran a los nativos. Y haciendo una excepción a la regla, los superiores lo nombraron superior de la comunidad, siendo un simple lego. Y lo hizo muy bien.
En 1449 hizo un viaje desde España hasta Roma a pie. Iba a asistir a la canonización de San Bernardino de Siena. Acompañaba al Padre superior, el P. Alonso de Castro. Este se enfermó y Diego lo atendió con tan gran esmero y delicadeza, que los superiores lo encargaron por tres meses de la dirección del hospital de la comunidad de Roma, y allí hizo numerosas curaciones milagrosas a enfermos incurables.
A San Diego lo pintan llevando algo escondido en el manto. Es un mercado para los pobres. Y es que en los últimos años estuvo de portero en varios conventos y regalaba a los pobres todo lo que encontraba. Y dicen que en un día en que llevaba un mercado a un mendigo se encontró con un superior que era muy bravo y este le preguntó qué llevaba allí. El santito muy asustado le respondió que llevaba unas rosas, y al abrir el manto sólo aparecieron rosas y más rosas.
Los últimos años de su vida pasaba días enteros dedicados a la oración. Al ver un crucifijo quedaba en éxtasis. Su amor por la Virgen Santísima era inmenso. Untaba a los enfermos con un poco de aceite de la lámpara del altar de la Virgen y los enfermos se curaban. Un muchacho cayó en un horno ardiente, y el santo lo bendijo y el joven salió sano y sin quemaduras.
El 12 de noviembre del año 1463, sintiéndose morir pidió un crucifijo y recitando aquel himno del Viernes Santo que dice: "¡Dulce leño, dulces clavos que soportásteis tan dulce peso!" expiró santamente.
En su sepulcro se obraron muchos milagros y el mismo rey de España, Felipe II, obtuvo la milagrosa curación de su hijo al rezarle a Diego. Por eso el rey le pidió al Sumo Pontífice que lo declarara santo. Y fue canonizado sólo 25 años después de haber muerto, en 1588.


SANTA FRANCISCA JAVIER CABRINI



"No olvidemos que seguimos al Buen Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, que es manso y humilde de corazón. Jamás echemos una cucharada de amargura en la vida de los demás. No seamos duras ni bruscas con nadie. Que los que nos traten se vayan siempre contentos de haber sido tratados amablemente por nosotras".



SU VIDA






La Madre Cabrini fué la menor de una familia de trece hijos. Nació cerca de Pavia, Italia, en el año 1850.



Una de sus hermanas mayores era maestra de escuela y la formó en la estricta disciplina, lo cual le fue muy útil después para toda su vida.



Desde muy pequeña al oír leer en su familia la Revista de Misiones, adquirió un gran deseo de ser misionera. A sus muñecas las vestía de religiosas, y fabricaba barquitos de papel y los echaba a las corrientes de agua y les decía: "Por favor, vayan a países de misiones a llevar ayudas". Para apagarle un poquito su gran deseo de irse de misionera le dijeron que en tierras de misiones no había dulces ni caramelos, entonces empezó a privarse de los caramelos que le regalaban, para irse acostumbrando a no comer dulces.



A los 18 años obtuvo el grado de profesora. Quiso entrar de religiosa en una comunidad pero no la aceptaron porque era de constitución muy débil y de poca salud. Pidió entrar a otra comunidad y tampoco la aceptaron por las mismas razones. Entonces se fue de maestra a una escuela que dirigía un santo sacerdote, el Padre Serrati.



Y aquél sacerdote se dio cuenta muy pronto de que la nueva maestra de su escuela tenía unas cualidades muy especiales para hacerse querer del alumnado y lograr que sus discípulas se volvieran mejores. Y la recomendó para que fuera a dirigir un orfanato llamado de la Divina Providencia, el cual estaba a punto de fracasar por no tener personas bien capaces que lo dirigieran. Al Sr. Obispo le pareció que era una excelente directora y hasta le aconsejó que tratara de fundar una comunidad de religiosas para que le ayudaran en el apostolado.



El Sr. Obispo le dijo un día: "Me dice que su gran deseo ha sido siempre ser misionera. Pues le aconsejo que funde una comunidad de misioneras. Yo no conozco ninguna comunidad para esa labor tan santa y admirable".



Y Francisca reunió siete compañeras de trabajo y con ellas fundó en 1877 la Comunidad de Misioneras del Sagrado Corazón. A los 10 años de fundada la comunidad fue a Roma a tratar de obtener la aprobación para su congregación, y el permiso para fundar una casa en Roma. En la primera entrevista con el Cardenal Parochi, Secretario de Estado, éste le dijo que la comunidad estaba muy recién fundada y que todavía no se le podían conseguir semejantes permisos. Pero el Cardenal quedó tan admirado de la bondad y santidad de la fundadora que en la segunda visita ya le dio la aprobación y le pidió que en Roma fundara no sólo una casa para niñas huérfanas, sino dos: una escuela y un orfanato.



En aquel tiempo eran muchísimos los italianos que se iban a vivir a Norteamérica, pero allí, por falta de asistencia espiritual corrían el peligro de perder la fe y abandonar la religión. El Arzobispo de Nueva York le pidió personalmente que enviara sus religiosas a ese país a enseñar religión. Ella estaba dudosa porque más bien deseaba que se fueran al extremo oriente, a China. Pero consultó con el Sumo Pontífice León Trece y él le dijo: "No a oriente, sino a occidente". Con esto entendió que sí debían ir a Norteamérica.



NUEVA YORK






El 31 de marzo de 1889 Santa Francisca llegó con seis de sus religiosas a Nueva York.



A Nueva York y sus alrededores habían llegado recientemente unos 50,000 italianos. La mayoría de ellos no sabían ni siquiera los diez mandamientos. Sólo 1,200 iban a misa los domingos.



Al llegar a Nueva York se encontraron con que las señoras que habían prometido ayudar a conseguir la casa para ellas no habían conseguido nada, y tuvieron que pasar su primera noche en un hotelucho de mala muerte, sucio y destartalado. Y al presentarse al arzobispo éste les dijo desanimado: "No se les pudo conseguir casa. Así que lo mejor que pueden hacer es devolverse otra vez a Italia". Pero la Madre Francisca, que era valiente y tenía una gran fe, le respondió: "No, señor arzobispo, el Sumo Pontífice nos envió para acá, y acá nos vamos a quedar". El arzobispo se quedó admirado del valor de la monjita y del apoyo que le ofrecían a ella desde Roma y les consiguió entonces alojamiento en una casa de religiosas.



Y a los pocos meses ya la Madre Cabrini había logrado conseguir una buena casa, buscando ayudas entre los bienhechores, y poco antes de un año ya pudo ir a Italia, llevando las dos primeras novicias norteamericanas para su comunidad. De vuelta se trajo varias religiosas más y fundó su primer gran orfanato junto al Río Hudson.



La comunidad empezó a extenderse admirablemente en Italia y en América. La Madre Cabrini en penosos y largos viajes fundó una casa en Nicaragua y otra en Nueva Orleáns. En esta ciudad norteamericana los italianos vivían en condiciones infrahumanas, y la presencia de las misioneras fue de enorme provecho para esas pobres gentes.



Las grandes obras que emprendió demuestran que Francisca Cabrini fue una mujer extraordinaria. Su inglés lo hablaba con acento italiano lo que le concedía una gracia especial, y que en cualquier parte donde llegaba la señalaba como una extranjera. Pero ello no le impidió ser amada y estimada por toda clase de personas en los Estados Unidos. Los que trataban con ella de asuntos económicos (en grande escala muchas veces) se quedaban admirados de las capacidades tan impresionantes que esta mujer tenía para salir adelante aun con las obras más difíciles.



Era sumamente disciplinada, como desde muy pequeñita le había enseñado a ser su hermana. Algo que nunca pudo aceptar fue que la gente abandonara la religión católica, que es la verdadera, para irse a formar parte de sectas protestantes que enseñan tantos errores. Esto la hizo sufrir mucho, porque en Norteamérica, los católicos eran una escasa minoría y los protestantes, halagándolos con ofertas económicas, los hacían pasarse a sus sectas y al par de años, como esas religiones quitan todas las devociones, se volvían unos verdaderos paganos, sin más dios que el dólar. Contra ésto luchó ella fuertemente durante toda su vida.



Otro pecado contra el cual luchaba duramente era el concubinato, la unión libre. Y hasta llegó a prohibir que en sus colegios recibieran a las hijas de los que públicamente vivían dando escándalo por su concubinato o su unión libre. Muchos la criticaban por esto, pero su conciencia no le permitía dejar en paz a los que hacían pública profesión de pecado. No aceptaba el vivir sirviendo al mismo tiempo a Dios y al diablo.



La Madre Cabrini había nacido para gobernar. Procuraba vivir al día con las buenas ideas modernas y no se cerraba a lo nuevo por puro capricho por lo pasado. Pero lo nuevo que era escandaloso lo rechazaba valientemente sin más ni más. Era inflexible para hacer cumplir los reglamentos y para exigir buen comportamiento, pero al mismo tiempo se hacía amar por su gran bondad. A sus religiosas les repetía: "No olvidemos que seguimos al Buen Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, que es manso y humilde de corazón. Jamás echemos una cucharada de amargura en la vida de los demás. No seamos duras ni bruscas con nadie. Que los que nos traten se vayan siempre contentos de haber sido tratados muy amablemente por nosotras".



En 1892, al cumplirse el cuarto centenario del descubrimiento de América, fundó en Nueva York una gran obra: "El hospital Colón". Luego fundó nuevas casas de su comunidad en Costa Rica, Brasil, Buenos Aires, Panamá, Chile e Italia. Cuando le decían que no emprendiera la fundación de una obra porque iba a encontrar enormes dificultades, respondía: "Pero, quién es el que va a llevar esta obra al éxito: ¿nosotras o Dios?", y emprendía la fundación.



Durante doce años estuvo viajando por diversos países fundando casas de su congregación. Ella podría ser nombrada patrona de los viajeros internacionales. Y en su tiempo el viajar era mucho más complicado y difícil que ahora. Su amor por los pobres y su deseo de salvar almas y de hacer conocer y amar más a Dios la llevó de un sitio a otro del mundo, aunque fueran muy distantes. De Río de Janeiro a Roma, de Francia a Inglaterra y de Italia a Norteamérica. Todo por extender el reino de Dios.



La comunidad, que había empezado con ella y siete hermanas, ya contaba con mil religiosas, enseñando en escuelas gratuitas y orfanatos, y atendiendo en hospitales y otras obras de caridad. Hasta los presos de la peor cárcel de Estados Unidos, la cárcel de Sing-Sing, la proclamaban su bienhechora.



Durante los últimos siete años se sentía muy agotada y con una salud muy deficiente pero no por eso dejaba de trabajar incansablemente promoviendo sus obras de caridad y de evangelización. Y el 22 de diciembre de 1917 murió de repente, más quizás por agotamiento de tanto trabajar, que por edad, pues sólo tenía 67 años. Sus restos se conservan en el colegio Cabrini en Nueva York.



Ella fue la primera ciudadana norteamericana declarada santa por el Sumo Pontífice. Nadie que no hubiese tenido una gran santidad y un inmenso amor a Dios y al prójimo habría podido llevar a cabo obras tan grandes como ella logró realizar.



Oración: Santa Francisca Javier Cabrini: te pedimos por todos los americanos, los del norte y los del sur, y por toda la juventud en peligro. No dejes de trabajar y de interceder en el cielo por los que todavíaluchamos con peligros en esta tierra.